entre gente malhumorada y humos que son muerte,
con el frío marcado en todas las primaveras,
por el fuego que significa mirar y no tener visión,
por la acción continuada de odio hacia el segundo y el tercero,
aunque con el ánimo obviado por el opio que imprime la caja tonta.
Se incorpora y se pone sus zapatos nuevos,
fabricados por el segundo con pieles del tercero,
y se marcha a su casa pentagonal,
a jugar a la vida y a la muerte con ambos.
tuvo que hacer guardia detrás de esa valla,
por si otra bomba caía,
en forma de falsa ayuda humanitaria,
aceptada por todos los medios,
tuvo además que salir al paso,
de gentes que solo andan buscando guerra,
tras dioses que en sus libros buscan paz,
y en su faz arrasada por fundamentalismos,
funda lo que destruirá el imperialismo.
si es que no ha muerto débil y hambriento,
con el aliento en los dientes marcado por el diamante,
que ahora y antes es expoliado por los de siempre,
padre del segundo y abuelo del primero,
lugar de nacimiento y de muerte al mismo tiempo,
de un hombre sabio que se ha transformado en necio,
que es capaz de amar vida extraña,
y a la de sus hermanos ponerle precio.
solo cuento en un intento,
que todo lo que narran sobre ahí afuera es un invento,
que giramos dentro de una eterna primavera,
en detrimento de quien siempre,
vivió en invierno.
Increíble metáfora del sufrimiento humano bamboleado por el poder. Enhorabuena, Juan Diego.
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